Murcia, una región sin líderes
Tras la investidura del nuevo presidente del gobierno de Murcia, la Región y su clase política debe prepararse para dos grandes transformaciones del escenario partidista en el corto y mediano plazo. Por un lado, los cambios que se van a producir en los liderazgos de todos los partidos políticos de cara a 2019 (o antes). Por otro lado, el espacio cada vez más probable para el surgimiento de una o dos nuevas fuerzas políticas que disputen el control del centro político regional tanto a Ciudadanos como al Partido Popular. En un escenario de cambios de liderazgos y de incremento de la competitividad electoral, la vieja estructura de poder de los populares tendrá que buscar a alguien con capacidad de mantener la tradicional fortaleza del partido en la Región, pero sin redituar a la vieja clase política que llevó al partido a la actual situación de quiebra de liderazgos cada vez más difícil de solucionar.
Con este diagnóstico, una mirada a los liderazgos regionales en su conjunto es poco alentadora. Por ejemplo, en el PSOE, que es el partido que ha mantenido un liderazgo más permanente en la figura de Rafael González Tovar, previo incluso a las elecciones autonómicas de 2015, su líder nunca ha crecido en conocimiento y su imagen se deteriorado en términos de valoración. En más de tres años de mediciones del CEMOP y hasta la última encuesta del CPAUM-CEMOP de abril de 2017, para 4 de cada 10 murcianos el líder del PSOE es un absoluto desconocido. Nunca en los últimos años sus valoraciones fueron buenas, llegando a obtener su mejor nota en los momentos previos a las elecciones autonómicas de 2015 con un 4,9. Hoy, dos años más tarde, y en un contexto generalizado de desafección hacia el conjunto de líderes regionales, se sitúa en un 3,8.
A sus compañeros de oposición no les va mucho mejor, y eso que con la crisis de la imputación y posterior renuncia del ya expresidente Pedro Antonio Sánchez han tenido espacios mediáticos más que suficientes para lucir su palmito. En mayo de 2015, el líder de Ciudadanos en la Región, Miguel Sánchez, y el de Podemos, Óscar Urralburu, tenían un grado de conocimiento, como es obvio, bastante bajo. Alrededor del 17 por ciento de los murcianos y murcianas conocían a estos líderes emergentes. Este escaso grado de conocimiento iba acompañado, sin embargo, de una valoración más que razonable: ambos aprobaban con un 5. Dos años más tarde, y en plena crisis del presidente autonómico, el líder de Podemos apenas es conocido por menos de cuatro de cada diez murcianos y su valoración se desploma al 3,6, la más baja con diferencia de todos los políticos de la Región. A Miguel Sánchez le va un poco mejor, pero no tanto como podía esperarse de su protagonismo en los medios durante la crisis institucional. Si en mayo de 2015 le conocían un poco menos de dos de cada diez murcianos, hoy apenas le conocen tres de cada diez, y su valoración también se desploma, como en el caso de Urralburu, aunque con un 4,2 se sitúa en el líder mejor valorado entre los opositores (aunque en realidad es un eufemismo decir que Ciudadanos es la oposición).
Entre los políticos afines al régimen popular, es obvio que Pedro Antonio Sánchez es el ejemplo perfecto de ascensión y caída de un dirigente. Cuando en marzo de 2014 su nombre empezó a ser medido en las encuestas, su grado de conocimiento ya era notable con un 45%, cifra que no dejo de crecer y en vísperas de las elecciones autonómicas de 2015 ya se había disparado a más del 60%. La notoriedad por el escándalo y posterior renuncia le ha situado en el político en activo más conocido de la Región, con cerca del 90% de murcianos y murcianas que afirman conocerlo o haber oído hablar de él. Esta amplia notoriedad ha ido acompañada de un proceso de auge y descenso a los infiernos de su valoración, que pese a todo el desgaste no es tan mala como se podría pensar. En marzo de 2014, Pedro Antonio Sánchez era valorado en un 4,1, creciendo esta valoración hasta el 5,1 en vísperas de la contienda electoral de 2015. Hoy su grado de aceptación ha descendido al 3,9, que es obvio una valoración baja, pero que no llega a expresar la profunda crisis de reputación que debería haber tenido su marca tras las acusaciones que pesan contra él y que le han llevado a presentar su dimisión. Esta es una baza que sin duda jugará el político de Puerto Lumbreras si los vientos le son favorables en el terreno judicial, dado que en ese caso una campaña de victimización le haría recuperar su peso político.
Ahora bien, suponiendo en clave de escenarios futuros, y como escribía el pasado domingo 7 de mayo en La Verdad, que ni PAS pueda volver, ni FER continuar, al Partido Popular, siempre tan calladito, se le plantea el dilema de tener que buscar a un(a) dirigente que pueda liderar la candidatura para 2019. Y este proceso no sólo es complicado por los nombres en sí mismos que estarían dispuestos, sino por el propio proceso, que hasta hace muy poco lo dirimía Valcárcel consultando con su almohada, y en el último mes lo ha decidido Pedro Antonio consultando a otra almohada de marca similar.
Si para el proceso de 2019 los personajes con tendencia al acrónimo o al diminutivo quedan fuera de la contienda y la vieja estructura de poder popular se decide por una renovación, ésta podrá realizarse por dos vías: una exógena apoyada desde Moncloa y que tirará de la reserva espiritual de los murcianos que rondan por la Carrera de San Jerónimo. Otra vía, sería la apuesta desde Génova por la solución endógena, potenciando a alguna figura local, básicamente alcaldes, que hayan destacado en su labor municipal.
Un líder potencial hasta su nombramiento como Consejero este pasado 5 de mayo era Paco Jódar, alcalde de Lorca. Con un nivel de conocimiento razonable a fecha de abril de 2017 (45%) y una valoración en alza (4,8), este político, que lideró la reconstrucción de Lorca tras el terremoto, se sitúa como un buen gestor, de la confianza de Valcárcel y con suficiente red en la política madrileña, donde en las últimas elecciones había colocado a un senador de su confianza.
Otra de las figuras que se mantiene siempre entre los favoritos para afrontar retos complicados y a disposición de la estructura del partido es el actual alcalde de la capital, el Catedrático de la Universidad de Murcia, José Ballesta. Este político, que es uno de los más conocidos de la Región (60%), siempre ha mantenido una valoración muy alta, situándose esta en el momento actual en el 5,2, la nota más alta entre los principales políticos de la Región.
Y ante estos u otros posibles candidatos populares, busca hacerse hueco un ex. Alberto Garre suena como líder de un nuevo partido de corte regional y regeneracionista, buscando un hueco en el espacio que ocupa Cs y que podría nutrirse de antiguos votantes populares desencantados con el espectáculo dado por su partido estos últimos meses, tanto a nivel regional como nacional. El principal problema de Garre es su escasa presencia en la escena política y mediática durante estos años, incluso cuando fue presidente, que hace que su grado de conocimiento apenas haya crecido en estos últimos tres años: hoy, casi uno de cada dos murcianos y murcianas dicen no conocer ni haber oído hablar nunca del expresidente. Sin embargo, esta escasa visibilidad no perjudica al ex líder popular, que mantiene un crédito político intacto desde su asunción como presidente en 2014, manteniéndose desde entonces en valoraciones de alrededor de 5, siendo de las más altas que se producen entre los políticos de la Región.
Este es el pobre panorama de liderazgos ya casi finalizado el primer semestre de 2017. Ni en la oposición se vislumbra un líder capaz de articular un espacio cohesionado y alternativo al gobierno del Partido Popular, ni dentro de este se percibe un político capaz de sustituir al por ahora todo poderoso Pedro Antonio, que se mantiene como jefe del partido y del ejecutivo sin por el momento asomo de relevo alguno. Quizá haya que considerar nuevos espacios, siempre y cuando representen en efecto lo nuevo y no solo una fantasía del pasado.
Dr. Ismael Crespo Martínez
Catedrático de Ciencia Política y Administración Pública